Pedro Aranda Astudillo
Fundador de la Corporación Gen
5
de julio 2020
Que reine el Bien Común en el cuerpo
planetario no sería utopía, como no lo
es la existencia de las Naciones Unidas, las “economías circulares, ecológicas”
ya son temas de conversatorio” entre algunos nóbeles de economía.
Visualizamos
el Bien Común como la sangre que llega a todas las células, la savia a todas
sus hojas.
Las crisis globales que vivimos han
provocado ríos de sufrimientos para la mayoría de los humanos: las profundas
desigualdades, y la explotación de la tierra obligan mirar hacia las causas: lo
que siempre condiciona a la convivencia humana son sus sistemas económicos que
“tienen el sartén por el mango”.
Las concentraciones de poderes
económicos, políticos, por sí mismos evidencian que sus sistemas hipertrofian el cuerpo social. Las megápolis existen por las succiones de
los aportes de sus provincias.
Este
sistema es insostenible para sí mismo. Al final se trinchera con las armas de
izquierdas o derechas.
La pandemia ha cambiado el eje del
gobierno social: lo radica en el Gobierno del Estado. Lo subyace un principio rector que cubra
todas las urgencias desencadenantes. Lo agravante es cuando los gobiernos no
logran las confianzas de las ciudadanías, e incluso dependan de voluntades
“impredecibles”.
Lo que es el alma para el cuerpo, lo
es el Bien Común para una sociedad coherente y sostenible.
No es quimera, el 2000
la ONU se propuso alcanzar 17 objetivos sostenibles para el 2030: “erradicar la
pobreza, nadie se quede atrás, mejorar
la calidad de vida, proteger el planeta”.
La hipótesis por el Bien Común no es
ocurrencia de quien escribe este artículo, es el torrente de situaciones globales
que marcan la brújula hacia el Bien Común para que la Comunidad humana recupere,
reinicie su esencia perdida de paz y amor (términos también usados por la ONU)
Permítome considerar: El Bien Común
no es incompatible con el sentido de
propiedad, cada cual, cada quien tiene sus propios atributos que se
enriquecen con el bien común si está
integrado al bien social. El mundo empresarial lo vio hace décadas con
el sentido de su responsabilidad social y de servicio. Aunque lo desmientan las colusiones, los
monopolios y corrupciones…
Si la Vida es el Bien Común por
excelencia y nos integra a todo lo viviente,
inversamente nos denuncia que los humanos vivimos contra el Bien Común
pues inventamos las armas para matar, para reprimir los potenciales vitales
tanto en el reino animal como en el reino humano. Es macabro tener las puertas abiertas a
tantos a asesinos.
Sólo invirtiendo las armas en pan de
oportunidades el azul del cielo bajaría a nuestro mundo.
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