“HOY, ES SIEMPRE TODAVÍA”
Pedro Aranda Astudillo:
“HOY, ES SIEMPRE TODAVÍA”
Nuestra Propuesta:
ES HUMANIZAR PARA TRANSFORMAR…
Invitamos a dialogar por lo que somos,
a tejer voluntades por lo que amamos.
Vemos:
Que el Poder Político, El Poder Económico, El Poder Científico – Tecnológico a Todos nos sobrepasa. Más aún cuando el poder se concentra para dominar, versus el poder para servir. Que este desarrollo nos encandila y nos enrolla. Que el poder del consumo nos consume y enceguece. Que las ansiedades son más insaciables, se multiplican las adicciones y evasiones. Que vivimos por y para metas impuestas. Que el tráfico de objetivos enajenan y, las palabras pierden sus sustancias. Que las condiciones de vida son más tensionales, estresantes. Que el bienestar no implica siempre calidad y calidez humana de vida e inclusión. Farmacias por doquier. Que las personas se clasifican y se definen por sus ingresos. La mercantilización de la vida ha eclipsado el sentido de la gratuidad. Que el sentido del Bien Común se ha diluido del horizonte social, por ende el cuerpo social se descompone, se corrompe, pues pierde su unidad fundamental.
La vida vacía pesa tanto que ni la tierra ya nos soporta.
Estas percepciones las describimos en las siguientes situaciones y símbolos:
De Vivir corriendo, sobrecargados
A Ser personas más dueñas de sí mismas.
De Hormigas
A Personas.
De Pulpos
A Personas.
De Hipnotizados
A Personas.
De Estudiantes Pasivos
A Estudiantes Protagonistas.
De Ser Islas con celulares
A Ser Más Personas.
De Llegar a los espacios siderales
A Llegar a los hijos, a los vecinos.
De Una tierra ultrajada por ambiciones
A Sembradores de vida.
Darnos cuenta de estas realidades nos apremia a buscar qué es lo que más nos pertenece, cual es nuestro habitat. La orfandad es un clamor por la paternidad. Volvamos la mirada hacia nuestros orígenes que sellan nuestro vivir humano. Sea esta mirada que nos lleve a las fuentes cual salmones que ascienden por corrientes adversas.
¡Volvamos a la raíz!:
La vida es un tejido de relaciones. Fuimos engendrados en un abrazo.
Nacemos con el sol de la dignidad de la vida, de la filiación, de la fraternidad.
¿Existe algo más real que la vida misma?.
Pero, al corto andar nos absorbe el mundo de la competencia, quién es “más” que otro, quién desplaza a quién. Sus afanes son excluyentes. Este mundo competitivo para que no se le funda su motor, se reviste de variadas formas de sociabilidad, aún con destellos de solidaridad.
Se aserta como incuestionable que “nuestra vida es así”, “es la ley de la vida”. De este tronco del poder se ramifica una sociedad segregada, polarizada.
Cuestionamos que la vida “SEA ASÍ”:
Entre competir y colaborar, entre el diferenciarse y complementarse: ¿Dónde nos realizamos más plenamente?. ¿No es la cohesión, la unión el vigor de la fuerza?. Nuestro tronco parte concibiendo que el ser humano es para comunicarse, interrelacionarse. Las redes sociales en el mundo virtual presagian el retorno a la esencia humana.
Ante una cultura de vida, sustentada en los estímulos externos que atrofian las propias capacidades humanas:
Recordamos que la madre naturaleza nos enseña que la vida se genera generosamente, y siempre desde dentro hacia fuera: se inspira y espira. Se dice que “volvemos en sí” cuando respiramos. La semilla desaparece creciendo, el gusano que se oruga y renace en mariposa…. Es la vida respondiéndose a sí misma. ¿No nos balbucea que debemos responder por nuestro propio corazón?.
Las personas, hijas de la vida, desde el seno de la sensibilidad de nuestras conciencias podremos reeducarnos, sumarnos al pensamiento creador. Hacer de nuestra libertad no sólo la capacidad de elegir cosas, también se da en el fascinante reino animal, sino abrirnos, entregarnos a los desafíos de la vida; de amar y ser amados para ser partícipes del concierto social, de nuestro universo.
Si reconocemos afectiva y efectivamente, que ignoramos la brújula de la vida, podremos retomar el camino de la vocación de ser persona, de forjar una sociedad con rostro humano.
Compartimos esta visión en aras de cimentar el Desarrollo Humano y de Nuestro Planeta. Civilizarnos es cernir los valores que nos humanizan y nos deshumanizan. Cambiar nuestras miradas, cambiamos nuestro mundo y el mundo que nos rodea. Dialogando se abona una simbiosis social para encontrar lo que nos pertenece como seres humanos.
Sin embargo, es insoslayable la irrupción de “los indignados”, de quienes sus dignidades se han ulceradas. Irrupciones que brotan en distintas partes del planeta. ¿No son las raíces mismas de la vida que se levantan?. ¿Cuántos muros que parecían inamovibles han caído?.
“Quien ve hacia fuera sueña,
quien ve hacia dentro despierta”.
Junio 2011
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