jueves, 4 de junio de 2020

JUREMOS POR LA VIDA

 Pedro Aranda Astudillo 
 Fundador de la Corporación Gen 
      Junio 2020



 Cuando juramos se crea un sagrado silencio. Es proclamar la libertad esposada de compromisos. Cuando juro expongo mi conciencia vinculada a su propósito. “Jura, decir la verdad…”, “lo juro por mis padres”, “juro por mis hijos!” 
Mi identidad personal queda entrelazada, religada, jurar es un salto ético y hermoso.

Existe una cruda realidad, cambiamos los rumbos de nuestras vidas cuando lo inesperado nos invade dramáticamente: Veníamos navegando en un invencible Titanic del desarrollo consumista, esplendoroso en sus descubrimientos tecno científicos pero dejando una estela de pobrezas, migraciones, explosiones sociales y de violaciones a la madre tierra con sus cambios climáticos. 

El insumergible Titanic de 1912 encalló por un iceberg en una noche brumosa de un 14 de Abril. 
El nuestro lo ha encallado un virus invisible proveniente de la superpotencia China. Hasta el día de hoy, que empezó con sus estragos a fines del 2019, se expande invunerablemente hasta no llegue su opositora vacuna. La historia de la vida humana ha quedado profundamente lacerada de cara a incógnitos horizontes. 

El asesinato de George Floyd, ciudadano afroestaudinense, por un covid humano pues le impuso su rodilla a su cuello asfixiándolo, provocó un repudio mundial. Las rebeliones en los Estados Unidos nos parecen inimaginables, el país de las oportunidades, el país dominante por su poderío bélico.

 Despertamos que, la vida de una persona, categóricamente es inviolable. Lo estamos aprendiendo con las zozobras del Covid 19. El Sr. Secretario General de la Naciones Unidas Antonio Guterres acotaba: “En un mundo interconectado nadie está a salvo hasta que todos estén salvo, más aun ante las mortíferas amenazas mundiales que exigen una nueva unidad mundial de solidaridades”. 

El Papa Francisco hace cinco años en su carta magna “Cuidemos nuestra Casa Común” pronosticaba que la humanidad debía plantearse un nuevo comienzo pues los humanos nos estamos autoafixiándonos” 

Así como debimos “volver a nuestras casas” hemos de volver como civilización a reencontrarnos como seres humanos, no lobos uno de otros, sino en la fraternidad solidaria pues nacimos para encontrarnos, emprendernos en dignidad, libertad. 
La vida no es una utopía como no lo es la esencia humana. La Vida es indivisible, engendra todo lo viviente. Hace de este planeta, dentro del macro universo, lo más maravillosamente excepcional: el planeta azul, plenamente vital. Ser o no ser es la gran cuestión de todo ser humano. 

Hoy también es vivir o no vivir. Vivir como lo enseña la madre natura: tejer reciprocidades a lo ancho y a lo profundo. Sea nuestro juramento civilizatorio generar vida con la vida. Ejemplo vivo: todos los trabajadores de la salud y adyuvantes… Que este sea lo convocante en todo las instancias de nuestra sociedad: “Amamos la vida” estas palabras presencien todas las salas de clases, todas las oficinas, se nos internalicen incluso por osmosis. Sea Antofagasta la belén por una cultura civil de amor por la vida. El coronavirus invalidó todo el cosismo que adoramos.

5 comentarios:

Elvira Olguín Maturana dijo...
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