Pedro Aranda Astudillo. Fundador de la Corporación Gen.
8 de Mayo 2020
Este enigmático Covid -19 cuestionado si es natural o de un
laboratorio chino nos atisba sensaciones apocalípticas.
Nuestro planeta ha
sufrido cinco cataclismos y la vida continúa.
Pero ahora nos enfrentamos a la desarticulación de todo nuestro montaje
civilizatorio con sus consecuencias pertinentes…
Nuestro sistema social se ha basado y se basa en la capacidad de ejercer los poderes que cada cual posee: desde sus albores
los humanos han fabricado sus instrumentos para domeñar la tierra, su flora y
fauna. Ejercer poder ha sido siempre el
estímulo que se ha creado el ser humano para ser relevante en sus ámbitos sociales: desde sus flechas a las armas nucleares, la implantación del dogma de la competencia
de imponerse frente a otro, más aún si es un oponente sea en el mundo
financiero – comercial, deportes, en relaciones humanas.
Qué decir del mundo político en sus candentes
afanes de poder, y, no menos de los poderes religiosos. Todo orbita en un
insaciable tener más y por ende sobre otros. ¿”El poder ciega”? Marshall Mac
Luchan pontificó: “formamos herramientas
y ellas nos forman a nosotros”….
Nuestra cuna cultural de la Grecia Antigua en sus obras
literarias es una constante los debates entre los humanos y sus dioses, la más
sobresaliente “Prometeo es encadenado” por su insumisión a Zeus. En el Génesis bíblico: Adán y Eva “seducidos
a ser como Dios…”. Federico Nietzsche
(1844-1900) reconocido como uno de los filósofos más prominente, glorificó “La Voluntad de Poder infinito” como
lo esencial del ser humano.
Siguiendo esta “serie” de refrendar el poder humano
viene a concluir con el transhumanismo que nos trae la Inteligencia Artificial
con sus múltiples aplicaciones que eclipsarían las gestas del poder humano.
El poder de dominación es insaciable. Nuestra historia ancla
eventos donde este poder se obnubila atrozmente. Aquél Jesús, que inflexionó la
historia, su vida pública fue plena de obras y mensajes de amor.
El poder
religioso y el imperio romano se vieron
amenazados ante los adherentes que sumaba,
por ello fue sometido al juicio popular con Barrabás… condenado a transportar
su cruz, crucificado y mofado con una “corona” de espinas sobrepuesta a su
cabeza. Son muchos los seres humanos de buen vivir que han sido marginados,
encarcelados, torturados, asesinados, el
ensañamiento contra Jesús fue de un sadismo incalificable.
En este clímax histórico de nuestra humanidad obligada a
enmascarar su rostro, como nunca antes
se confronta ante su destino: recupera la naturaleza de su conciencia de
convivencia fraternal y de íntima relación con su madre natura o se irá abortando a sí misma… Valga reconocer esta conciencia “se ha tenido”
en la Declaración de los Derechos Humanos”… mas de la mente al corazón no ha
bajado, de la moral a la ética.
Las experiencias de con fin amientos en todo el mundo
nos ha desnudado nuestra más absoluta impotencia, asomarnos desde el poder a la
nada misma… vernos ante “el fin” que esconde esta misma palabra…. Experiencia local y global que jamás
olvidemos porque fuimos creados para reunirnos.
Este ente invisible, vital y mortal nos obligó
poner la vida en el objetivo
central de la sociedad humana. Nuestra
afamada escritora Isabel Allende decía que la “vida es un bullicio entre dos
grandes silencios”. Bullicio, que interpretamos de trajines incesantes, de
prisas, de ansiedades de poder que nos tropieza unos con otros… Paul Claudel en coherencia con la vida versaba: “La vida
nos ha sido dada… ¿de qué sirve si no es para darla?
Mientras el poder posesivo busca la vida para sí, la vida se
difunde por sí misma… toda la madre
naturaleza nos enseña con su gratuidad que es un don de sí misma… prolifera
hasta en los intersticios de las piedras,
nos nutre, nos enseña a colaborarnos pues es un tejido de relaciones que
todo une, integra y diversifica… Crece y se desarrolla desde dentro hacia el
mundo… como todo nacimiento, como todo fruto entrañado en sus raíces para
florecer… Esta vida que se “auto trasciende” como lo imaginó Pablo Neruda: ”la vida es un pez preparada para ser pájaro”.
La vida no requiere de “intermediarios”, de mediaciones.. es directa, todo es cara a cara, cuerpo a cuerpo, el flujo
de miradas sobrepasa a las palabras, los mensajes entre nuestras manos, la
comunicación como encuentro de hallar lo que nos es común, sintonías… empatías,
simpatías… ver con los ojos del otro… Y qué decir nuestras relaciones con el
mundo animado de los animales… ánimas
que se entienden con nuestras almas… los susurros de toda la naturaleza cómo
recrean nuestros sentidos, la belleza cósmica que nos lleva a empinarnos más
allá de las estrellas.
Sentir que sentimos
¿no es el pálpito vital más sublime de nuestra trascendencia? Cuando
decimos “nosotros”, nos-otros , queremos
decir también que somos como un coro de variadas voces unidas por la melodía de
propósitos comunes. Sentir que siento, me brindo en el sentido de mi propia
pertenencia. Sentir que siento es toda la vida que adquiere su voz. ¡La vida es
una plenitud de manifestaciones e irreprimibles!,
lo contrario es como reprimir un llanto de dolor o de alegría…
Somos un solo cuerpo planetario, todos somos uno. También
cada cual puede reconciliar su mente con su corazón y sus manos, entonces asumimos:
el poder se allana en el poder servir, compartir y
trenzar las voluntades donde
juntas respirarán a lo ancho sus cimas. Recuperemos
nuestro sentido de vivir que hemos perdido…
El coronavirus pululando,
imperando en todos los rincones del planeta es un mensaje preclaro a los
humanos que si queremos volver abrazarnos sin miedo debemos reconocer que
“somos olas del mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mismo jardín”,
pues él ha derribado todas las barreras que nos idiotizaron.
Ser un continente humano y no un archipiélago de
individuos…. Cuidar nuestra casa común pero aprender de ella… Nuestra mansión es incomparable a todos los
planetas que la circundan, pero antes de
ir a ellos, cambiemos las armas por pan y
así quizás no nos avergonzaremos cuando
nos visiten los amigos extraterrestres…
Sabemos de los miles de miles de millones invertidos en
astronomía… también nos han incrementado los beneficios de vida en nuestra
tierra… pero no deja de ser insoslayable
que como especie humana no hemos dado el °salto°
hacia una humanidad de seres
colaborativos, de desarrollos sustentables que las Naciones Unidas se propuso
con sus 17 objetivos para que nadie se quede atrás… “El TODOS A LA MESA”…
Este lucero ahora estaría brillando en las conciencias:
aprendiendo de todos quienes están “exponiendo” sus vidas al servicio
público… y a su vez como sociedad conjuguemos
el verbo de la reciprocidad: “de ti
aprendí, a ti te di, juntos compartimos, de esto vivimos”.
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