EL INVIERNO CHILENO:
Pedro Aranda Astudillo
pedroyiduaranda
31 de Octubre
Desde el Oriente surgió “La Primavera Árabe” porque los ímpetus más profundos de los seres humanos terminan por imponerse cuando son tan oprimidos y más aún por décadas. Mirando hacia atrás, y no tan lejano, nadie se imaginó la caída del muro de Berlín y por ende el de la Unión Soviética. Y, las caídas del dominó financiero desde Estados Unidos a la Unión Europea.
Nuestro Chile en sus búsquedas por un país más libre, justo y solidario también ha tenido sus procesos irruptivos. En nuestras últimas décadas vivimos profundos traumas socio políticos. Desde los más dolorosos a las fantasías de creernos los tigres de América, e integrados ya en la OCDE.
El costo del desarrollo que nos predicaron y practicaron se ha logrado generando profundas desigualdades en su cuerpo social. Surgieron luchas excepcionales que han tenido ciertos ecos en los gobiernos: a los estudiantes se les respondió con sucedáneos; a los ayseninos se les dio más; la marcha por hidroaysén, por su coyuntura, pudo detener el proyecto. Para el norte se crearía un Fondenor que se ha traducido en frustra-nor.
Ahora con las municipales, el mar social se recogió hacia una gélida y latigante indiferencia. La mayoría de los chilenos dijo “no estar ni ahí”. Repudia a los políticos, a la política. Se respira fastidio, desencanto. Corono esta apreciación: La encuesta de ADIMARK, desde hace 70 meses estaba dando los resultados del pulso socio – político del País. Este mes de Noviembre no hubo resultados porque desde los sectores de escasos recursos no quisieron responder las preguntas. ¡Inmensa raya para esta suma!.
La vida mercantilizada, vacía de valores, pesa mucho. Estudios internacionales nos diagnostican que somos un país de zombies pues ya casi nadie confía en nadie. Un país de hormigas, de un trajín insaciable en aras a un desarrollo por el desarrollo. No figuramos entre los más corruptos, pues sus Instituciones funcionarían, aunque las fetideces igual se filtran. Las bonificaciones proliferan pero, son sal en el agua. Los discursos llaman a la “inclusión” ante un instalado sistema excluyente. Nuestro Chile con su megápolis capital da una apariencia de desarrollo, mas sus diferencias son abismantes con las Provincias. El visible bienestar se desdice por un deterioro en la salud mental, un inmenso mentís a su calidad de vida. Vemos cómo reinan las farmacias, los sicofármacos, los hospitales y clínicas saturadas. “Mente sana, cuerpo sano”.
Entonces, esta mayoría sofocada ve cómo la fuerza pública confronta “a los de abajo y a los del lado”, ve cómo las lagrimógenas, las tanquetas, los caballos, imponen “el orden”, así estas mayorías se repliegan con sus impotencias. Y, se les refrenda con una ley que les permite quedarse en casa en las elecciones. Ley inspirada en un inconsistente sentido de libertad. ¡Por Dios a qué superficialidad pudo llegar un Gobierno y un Parlamento!. Elegir a nuestras autoridades es un derecho, y, se nos autoriza a renunciar a ello. Ya no es un deber cívico. Se anestesió la responsabilidad ética para con nosotros mismos como país. Se gelatinó su columna vertebral. Se consagró que la democracia es solo representativa. Representación absolutamente discutible, y la participación real es una quimera. Se apela a las “primarias para agitar la participación”. No nos engañemos con un sistema paralelo a los cambios del siglo XXI. Es una tarea oceánica. Pero lo que está pasando en Chile nos obliga a UN CAMBIO DE VISIÓN DEL DESARROLLO. El desarrollo que nos gobierna está sepultando nuestro sentido de humanidad. Nosotros debemos gobernar el desarrollo. El ícono bíblico de la Torre de Babel es una imagen preclara para re centrarnos.
El triunfo de quienes optaron por no ir a las urnas, hay que leerlo en su propia profundidad.
¿Está Chile o no en un Invierno?. Aprendamos al menos de nuestra madre naturaleza: Sus verdaderos Inviernos sí entrañan sus Primaveras.
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