Septiembre 2007
Pedro Aranda Astudillo
LA VIDA DESNUDA :
Siempre me atrae la magnificencia de aquel Nudo Original - Energía y Materia - que se desató, y, se desplazó hacia los espacios infinitos. Allí estuvo todo. Allí estuvimos todos para la inundación de la vida y del espíritu.
Así también nací desnudo de aquel abrazo desnudo hacia el sol que desnuda y se desnuda de energías. Mas mi muerte, que desnudará los huesos de mi alma, me proclama que la vida es desnuda : las raíces se desnudan en sus árboles, en sus frutos y fragancias. “¿ La rosa está desnuda o sólo tiene ese vestido ?” preguntaba Neruda.
Pero, hay nudos que presencian dolor : aquellos del estómago, los nudos de garganta, el corazón apretado, nódulos por aquí o por allá. Son los sentimientos atrapados, desencontrados, tronchados, enredados, ovillados y enquistados. Ellos sin embargo, esperan, esperan y esperan diluirse en algún océano, en una iniciativa generosa, liberadora… . Los otros nudos crecen, se agigantan y ahogan…
Mientras más nos afanamos por nuestros atuendos, la vida sonríe pues, nos ve desnudos sin apariencias. Nos deshoja sea lentamente o también con irrupciones para encontrarnos con nuestras esencias: desde ellas recreamos nuestro firmamento, desde ellas veo más allá de la fugacidad y de las insaciables voracidades.
En nuestras esencias saboreamos plenitud.
El gusano se anuda, se oruga y se alada en mariposa. Estuvo atado a la tierra y ahora visita, poliniza jardines .
Nuestro desnudo es nuestro sol : es una llamarada hacia la verdad de ser , llegar a ser el que soy. Simple y sencillamente . Amar es desa–nudarse. Liberar es des-enredarse. La sangre, sin coágulos, fluye regalando vida como río que ríe.
La madre natura por doquier inspira y espira su propia autenticidad. Sus recreos expanden el alma.
La vergüenza asoma cuando eclipsamos nuestro ser o también huimos ante los ojos invasores.
Comenta el Génesis que los primeros padres paseaban desnudos. Se des–ligaron y necesitaron cubrirse . Extrañamente, mientras más tenemos más nos distanciamos, más nos protegemos, más muros y corazas, más lejos de nuestras entrañas, de nuestras esencias… . Pero, la vida con sus manos limpias, como el agua que al pasar y pasar redondea las piedras, también nos va alisando, desatando, desa–nudando, desnudando.
Ama – necer es renacer a vernos ya, cara a cara.
Pedro Aranda Astudillo
LA VIDA DESNUDA :
Siempre me atrae la magnificencia de aquel Nudo Original - Energía y Materia - que se desató, y, se desplazó hacia los espacios infinitos. Allí estuvo todo. Allí estuvimos todos para la inundación de la vida y del espíritu.
Así también nací desnudo de aquel abrazo desnudo hacia el sol que desnuda y se desnuda de energías. Mas mi muerte, que desnudará los huesos de mi alma, me proclama que la vida es desnuda : las raíces se desnudan en sus árboles, en sus frutos y fragancias. “¿ La rosa está desnuda o sólo tiene ese vestido ?” preguntaba Neruda.
Pero, hay nudos que presencian dolor : aquellos del estómago, los nudos de garganta, el corazón apretado, nódulos por aquí o por allá. Son los sentimientos atrapados, desencontrados, tronchados, enredados, ovillados y enquistados. Ellos sin embargo, esperan, esperan y esperan diluirse en algún océano, en una iniciativa generosa, liberadora… . Los otros nudos crecen, se agigantan y ahogan…
Mientras más nos afanamos por nuestros atuendos, la vida sonríe pues, nos ve desnudos sin apariencias. Nos deshoja sea lentamente o también con irrupciones para encontrarnos con nuestras esencias: desde ellas recreamos nuestro firmamento, desde ellas veo más allá de la fugacidad y de las insaciables voracidades.
En nuestras esencias saboreamos plenitud.
El gusano se anuda, se oruga y se alada en mariposa. Estuvo atado a la tierra y ahora visita, poliniza jardines .
Nuestro desnudo es nuestro sol : es una llamarada hacia la verdad de ser , llegar a ser el que soy. Simple y sencillamente . Amar es desa–nudarse. Liberar es des-enredarse. La sangre, sin coágulos, fluye regalando vida como río que ríe.
La madre natura por doquier inspira y espira su propia autenticidad. Sus recreos expanden el alma.
La vergüenza asoma cuando eclipsamos nuestro ser o también huimos ante los ojos invasores.
Comenta el Génesis que los primeros padres paseaban desnudos. Se des–ligaron y necesitaron cubrirse . Extrañamente, mientras más tenemos más nos distanciamos, más nos protegemos, más muros y corazas, más lejos de nuestras entrañas, de nuestras esencias… . Pero, la vida con sus manos limpias, como el agua que al pasar y pasar redondea las piedras, también nos va alisando, desatando, desa–nudando, desnudando.
Ama – necer es renacer a vernos ya, cara a cara.
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