jueves, 10 de abril de 2008

Nuestros ojos: Ver para Renacer




Capítulo Segundo :



En el capítulo anterior te expuse diversas percepciones, situaciones que nos
influyen más en unos que otros en nuestra calidad de vida como estudiantes.
En este capítulo te participo de mi escrito sobre lo que nuestros ojos son para
nosotros, sólo como un “intermedio”, para entrar a los capítulos medulares :
ver la savia del estudio y las prácticas para asimilarla.


NUESTROS OJOS : VER PARA RENACER


Por las ve – nas del vi - vir
corre la sangre de ver y vol - ver :
Por mis ojos veo más allá de los horizontes y montañas.
Por estas ven-tanas también me pueden ver hacia dentro.
Por ellos nazco a las más profundas sintonías.

Mi cuerpo se somete a las leyes del espacio, del tiempo. Pero,
mis ojos aladan mi ser y se extienden hacia los sinfines.
De “un golpe de vista” me vi-sitan los cielos, tierras,
paso re-vista a centenares de rostros. Todo lo creado se ofrenda a mis pupilas.
Nuestra panorámica nos asemejaría al Creador: viendo todo al instante,
viendo el juego de la vida: siempre la misma y nunca igual.
Mi espejo me confirma que soy el mismo, pero distinto. Cada instante es don de vida.
Puedo creer que viviré mañana porque viví ayer, mas creer no es vivir.
La vida real se descubre en su aquí y ahora, en cada parpadear. Se me revela su generosidad sin límites. Veo la evolución humana convergiendo o marginándose de ella.
Cada instante es una clarinada a escuchar los pálpitos de la vida.
Mis ojos me regalan autonomía: porque veo, soy yo quién veo. Miro de frente y estampo mi responsabilidad. Limpio mis cristales, aún con mis lágrimas. Después de una lluvia todo se despeja y parece más cercano. Aclaro mi mirada y la obscuridad me abre paso... Como vemos, somos, y, nuestros frutos dirán lo que vimos.
Los ojos balbucean alma: traslucen los sentimientos recónditos e invisibles.
No envejecen como mi cuerpo. Siembran la mente y el corazón.
Y, aquellos vedados de la luz, saben que lo esencial si es visible para su corazón.
En el Arco Iris de la Vida, cada pupila es la semilla de aquel soplo creador.
Por estas semillas videntes el cosmos se concierta y recrea.
Cuando se despiden de su cuerpo, su brillo emigra hacia las estrellas.

Pero, el ocaso existe en los ojos:
Cuando están succionados, encandilados por el mudo virtual.
Cuando miramos cual máquina fotográfica. Miramos para no caernos y trabajar.
Miramos letras sin leer. Ver por rutina, arruina. El ocaso es ver :
las personas sin su dignidad, el árbol sin su verdad, ver el pan sin su bien,
las cosas sin sus bellezas.
La mirada atrofiada mira sólo lo que quiere ver pero, la realidad
se resiste a ser eclipsada.
Hay ojos tan hermosos como los cielos, pero no todos resplandecen de gratitud, de admiración de tener el regalo de ver.
Y, el sol se va
porque “los ojos que no ven, el corazón ya no siente”.



Ven y ve ...
Los ojos mueven los pies. Ver e ir se entrecruzan. ¿Será porque ver es abrirse hacia los horizontes?. Recuerdo aquellas miradas que me invitaban a dar mis primeros pasos. Las miradas en sintonías abren puertas y ventanas: qué gusto de verte, de verlos. Salta el “amor a primera vista”.
En el otro extremo, la sentencia lapidaria: “No quiero verte más”. Y entre ambas, las miradas peregrinas, errantes... . La tierra se mueve cual ojo del Universo.
Se mueve en el trajín de miradas; con los ojos despiertos de la conciencia.
Para desenredarnos apelamos: “Veamos con altura de miras”.
Subiendo al Bien Común, avanzamos. Volvemos a nuestras fuentes: detengámonos, mirémonos a los ojos silenciosa, largamente... .

Ver es sumergirse y emerger :
Si las maravillas y los misterios del mar, de la tierra y de los seres humanos viven en sus profundidades entonces, cierro mis párpados y veo con todas mis entrañas.
Nos adentramos a la magia de reproducir el mundo
con las corrientes internas del alma. Con mis propios colores rediseño la realidad.
Es el único escenario donde soy yo, el libreto, el protagonista, el director.
Sumergirse para renovarse, crecer.
Louise Hay comenta que, visualizando las cascadas y oraciones por sus entrañas, lavó su cáncer. La simbiosis también reinaría entre células y visión.
Decisión ¿imposible? :
Si la modernidad nos dispone el mundo al alcance de nuestra manos,
¿qué nos queda por ver?
Hace mucho tiempo “El Principito” decía que, ya los hombres no tienen amigos.
Será porque en la amistad ¿no hay roles que cumplir, no se emiten juicios,
no se compite?. Sólo en amistad se comparten visiones y vivencias.
Necesitamos silencios, no sólo ausencias de ruidos, de tiempos sin tiempos
para ver las realidades y sus disfraces, para deshipnotizarnos.
E-vi-dencias :
“Amamos la evidencia, pero no que nos evidencien”.
La evidencia es el manantial para los que tienen hambre y sed de verdad,
de justicia. Es plenitud de encuentro con el amor perdido.
Gratificante reposo del investigador. La evidencia es el despliegue de todo lo que se muestra por sí mismo como la madre natura. La transparencia destrona las apariencias. Se diluyen los argumentos y las explicaciones.
El esplendor de la visión: del huevo a la luz,
de la conciencia a la evidencia de la luz inextinguible.
Las rondas de los ojos:
- Su figura nos ronda por doquier:
Del ojo de la aguja al ojo de mar. De los cerrojos a los ojos de buey.
Del ojo de la papa a los del águila. De la fibra óptica al de la Trinidad.
Del ojo mágico a los vendados de la justicia. Del ojo clínico al ojo del huracán.
Los ojales visten y desvisten.
Nuestro ves-tir enviste la vida como presencia : vestidos de indigencia,
de ceremonias, de autoridad y el vestido transparente de tu visión de la vida.
- Y, en las rondas de situaciones :
Tan fácil “ver la paja en el ojo ajeno”.
Ven-der: lo que se ve bien, ven-de.
Te puede costar un ojo de la cara.
Más vale pre-ver que curar.
Cuatro ojos ven más que dos.
Una empresa: ¿no es una visión compartida?.
Un guiño ¿no es la llave más imperceptible?.
Y, para una entrega total: ¿será a ojos cerrados?.
Génesis :
Al desplegar Dios su creación, cuenta el Génesis:
“...Y vio Dios que todo era bueno...”.
Con sus ojos de soles y de luna,
¿nosotros, también no podríamos dar más luz al mundo?.
Parir la visión: ¡ver para renacer!
Epílogo :
Desde el océano de tus ojos, también me veo.
Vemos que todos somos uno,
Que nuestro universo es un tejido visible e invisible ...
De este vientre somos: ¿lo perdemos de vista?

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